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GLORIETA   
"LA MINERVA"


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GLORIETA 

"LA MINERVA"


















            La Minerva es un monumento representativo de la ciudad de Guadalajara, en el estado de JaliscoMéxico. La fuente está adornada con una estatua de la diosa romana Minerva (Atenea en la cultura helénica), obra del escultor Joaquín Arias. Es la segunda fuente más grande de dicha ciudad después de la que se encuentra dentro del Parque Alcalde. La obra se realizó durante el periodo del gobernador Agustín Yáñez, quien encargó el proyecto al arquitecto Julio de la Peña, y fue inaugurada en 1956.
Es uno de los símbolos por excelencia de la Perla Tapatía junto a la Catedral de Guadalajara, el Hospicio Cabañas, el Teatro Degollado y los Arcos de Guadalajara.
Es una fuente circular con un diámetro de 74 metros. Al centro de la misma se encuentra la estatua de la diosa 
Minerva (la versión romana de la diosa Atenea), que mide ocho metros de pies a cabeza. Es una figura femenina de pie con la pierna derecha ligeramente atrasada y el tronco ligeramente girado para dar la impresión de movimiento; se encuentra envuelta en una túnica de dos piezas, sin mangas, ceñida por la cintura. Sobre sus hombros y cubriendo su pecho lleva la égida; en su cabeza lleva puesto un casco de guerra con cresta de estilo romano. Sostiene en su mano una lanza larga o pica apoyada en el suelo apuntando hacia arriba, ligeramente más alta que la altura de la cresta del casco. En su mano izquierda sostiene un escudo redondo argólico en cuyo centro aparece el gorgoneion; apoyado contra el piso y entre ella y el escudo se encuentra una gruesa serpiente pitón. Está parada casi al centro del círculo que forma la fuente sobre un pedestal casi cúbico que está flanqueado por dos largos muros ligeramente más bajos que el pedestal. En estos muros hay grabadas dos leyendas; por el lado frontal:
  • "JUSTICIA, SABIDURÍA Y FORTALEZA CUSTODIAN A ESTA LEAL CIUDAD"
y por el lado posterior:
  • "A LA GLORIA DE GUADALAJARA",
En el pedestal central, donde reposa la estatua, se encuentran escritos los nombres de 18 tapatíos que, según Agustín Yáñez, contribuyeron a formar lo que hoy es Guadalajara. Al frente :
  • Francisco Javier Gamboa, jurisconsulto;
  • Valentín Gómez Farías, patriarca de la Reforma;
  • José Justo Corro, político;
  • Mariano Otero, abogado y político;
  • Ignacio L. Vallarta, autor del juicio de amparo;
  • Pedro Ogazón, político reformista;
  • Matías de la Mota Padilla, historiador; y
  • Luis Pérez Verdía, jurisconsulto e historiador, y
  • José Justo Corro, político y abogado.
Al otro lado :
  • Fernando Calderón, abogado, poeta y político;
  • José María Vigil, político y escritor;
  • José López Portillo y Rojas, abogado y escritor;
  • Enrique González Martínez, poeta;
  • Manuel López Cotilla, educador;
  • Salvador García Diego, médico;
  • Pablo Gutiérrez, médico;
  • Jacobo Gálvez, arquitecto y pintor; y
  • Manuel Gómez Ibarra, arquitecto.
Al interior de la construcción circular del monumento hay varias fuentes de agua. A espaldas de La Minerva, cerca de la mitad de la circunferencia de la fuente se adorna con una cortina semicircular de agua que es arrojada en partículas finas o pulverizadas que sirven de fondo al conjunto. Cada uno de los muros bajos que tienen escritas las leyendas tienen un surtidor en forma de cascada por debajo de las letras. Al frente, tiene dos fuentes que surten agua en forma de flor, y alrededor hay un círculo de pasto que extiende la glorieta o rotonda hasta los 86 metros de diámetro, este se adorna de acuerdo a la temporada, y en él suele haber flores o elementos de jardinería con que se escriben frases o fechas, y últimamente se encuentra adornado con agave, que son la planta típica de la región, del cual se obtiene el Tequila, bebida típica de la región.
Se localiza en el cruce de Avenida Adolfo López Mateos, Avenida Ignacio L. Vallarta, Diagonal Golfo de Cortés y Circunvalación Agustín Yáñez, a unos metros de los Arcos de Guadalajara.
El Gobernador Lic. Agustín Yáñez, mandó erigir un bello monumento conmemorativo, el proyecto quedó en manos del arquitecto Julio de la Peña
La estatua fue colocada, trayéndola del lugar natal de escultor en tres partes e inmediatamente después de que se colocara comenzaron a hacer críticas sobre si La Minerva en realidad tenía la cara del escultor, o si estaba mal proporcionada. Con todas estas críticas se vio la necesidad de pedirle al escultor, 
Pedro Medina Guzmán, que hiciera unos cambios para estilizar el monumento y se viera más femenino, pero él se negó rotundamente y, demostrando a la ciudadanía que las proporciones de la estatua eran las correctas, no hizo ningún cambio a la gigantesca escultura.
Con el paso de los años, aparte de ser un icono representativo de la ciudad de Guadalajara, La Minerva se ha convertido en el punto de reunión para festejar los triunfos colectivos, ya sean políticos o deportivos, especialmente de la afición del equipo de fútbol local de El 
Club Deportivo Guadalajara, conocido como "Las Chivas del Guadalajara", o de la Selección Nacional de Fútbol de México así como también es punto de reunión para otros eventos públicos, tales como conciertos, exhibiciones y desde 2014 el punto de partida para el Guadalajara Pride, que utiliza dicho monumento como su estandarte. Actualmente es considerada patrimonio cultural de Jalisco.

 

 
   

CATEDRAL DE GUADALAJARA
 JALISCO, MÉXICO

 


La catedral de Guadalajara, o catedral Basílica de la Asunción de María Santísima es una catedral de México, parroquia sede de la arquidiócesis de Guadalajara y uno de los edificios más representativos de la ciudad, por sus torres con agujas neogóticas y por su hermosa historia.
Es uno de los monumentos más icónicos de La Ciudad de las Rosas junto a Glorieta Minerva, el Hospicio Cabañas, el Teatro Degollado y los Arcos de Guadalajara.
 
 
Para alzar esta iglesia se utilizaron originalmente adobe y techos de paja.
El 18 de mayo de 1561 se obtuvo autorización por cédula real para edificar la iglesia catedral, cuyo costo sería cubierto por la 
Real Hacienda, los encomenderos y comunidad indígena (disposición que no se cumplió del todo); así que para el 31 de julio de 1561, fray Pedro de Ayala, a la sazón el segundo obispo de Nueva Galicia, colocó y bendijo la primera piedra de este bello templo. A la ceremonia de colocación asistieron los cabildos eclesiástico y civil, la Real con normalidad, sin embargo, mientras se celebraba una misa, unos vecinos lanzaron cohetones al aire en el corral contiguo y desafortunadamente algunos cayeron en la iglesia, que se incendió y quedó semidestruida.
Por cédula real se obtuvo el dinero para la nueva catedral. La obra avanzó muy despacio, pues escaseaban los fondos. Hacia febrero de 
1618, el maestro arquitecto Martín Casillas había llevado los trabajos a su término. Así, en abril del mismo año se trasladaba el Santísimo Sacramento, de la antigua iglesia, a la nueva.
En el año de 
1818, un fuerte terremoto sacudió la ciudad, cuyas secuelas dejaron una nueva tragedia: las torres y la cúpula se habían derrumbado. Fueron sustituidas por unas nuevas, que también colapsarían durante un posterior sismo, en el año de 1849. Las nuevas torres fueron construidas por el ingeniero arquitecto Manuel Gómez Ibarra, costaron 33 521 pesos, más 7166 pesos en honorarios para el arquitecto.1​ Se demoró tres años en terminarlas, hacia 1854.
El papa 
Pío XII la elevó a rango de basílica menor, dedicada a la Asunción de María Santísima.
 
Actualmente de la iglesia catedral continúa en peligro: ha sido dañada por los sismos de 
19321957197919851995 y 2003. Entre los riesgos que presenta están: la breve inclinación de la torre norte, su ligero hundimiento y el daño estructural que ha sufrido la cúpula, entre otros. A causa de las vibraciones constantes que generan los vehículos circulantes por el túnel bajo avenida Hidalgo, se está dañando la edificación y la torre norte, que colinda justo con esta vialidad.
La catedral ocupa un área de 77.8 por 72.75 metros. Contiene altares dedicados a 
Nuestra Señora de la AsunciónNuestra Señora de GuadalupeNuestra Señora de los Dolores, Virgen de Zapopan (patrona de Guadalajara), santo Domingo de Guzmán, san Nicolás de Bari, santo Tomás de Aquino, san Cristóbalsan Juan de Dios. El Coro de los canónigos, ubicado al fondo del templo bajo el ábside, tiene 52 asientos de madera finamente tallados, que es toda una obra de arte elaborada por los artesanos nativos de Nayarit cuando Nayarit era parte del estado de Jalisco, o sea que además del valor intrínseco de la sillería y del valor artístico tiene un valor histórico. Al centro se encuentra la silla cardenalicia. El altar es de mármol y plata. Los vitrales de colores son importados de Alemania.
También se resguarda en este recinto imágenes de nuestra Señora de los Dolores, del Cristo de las Aguas, entre otras. Asimismo, la catedral alberga reliquias de la mártir romana 
santa Inocencia. Tres cardenales están sepultados en la catedral, así como varios obispos de la diócesis, incluso el corazón de un prelado muy conocido, el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo, fundador del antiguo hospicio que hoy acoge al centro cultural que lleva su nombre.
Entre las 
criptas, debajo de lo que fue la capilla real, se encuentra la de los obispos, que contiene enterramientos que datan del siglo XVI y hasta la última morada del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en 1993. Aquí podemos apreciar el testero y los cimientos de la catedral, así como ataúdes en que se resguardan los restos mortales de los siervos de Dios don Francisco Gómez de Mendiola y don Juan de Santiago León Garabito, obispos de Guadalajara, en los siglos XVI Y XVII.
Justo bajo el altar se sitúa la cripta de los canónigos, prácticamente en desuso desde la época de la Reforma, recientemente restaurada con bóveda de arista, arqueología catedralicia de tiempos del virreinato.
 
Al mediar el siglo XIX, el arquitecto Manuel Gómez Ibarra construyó las actuales al gusto del obispo Aranda y Carpinteiro. Se cuenta que después de la procesión de corpus, hacia 1850-1851, el prelado mitigaba el intenso calor de junio con 
pitayas, servidas en un platón adornado de figuras y paisajes, en el que además se ilustraban campanarios piramidales, justo como los actuales con que modeló a este recinto religioso el arquitecto, quien para aligerarlos ante el peligro de episodios sísmicos empleó como material constructivo la piedra pómez. La inversión del 30 de julio de 1851 al 15 de junio de 1854, fue de 33 521 pesos, más 7166 pesos en honorarios para el arquitecto, a razón de 2000 pesos anuales.
Sobre el antiguo primer cuerpo, se alza el segundo actual, achatados sus cuatro ángulos. Llenan los huecos cuatro ménsulas invertidas; en cada una de sus caras van apareadas luceras elípticas. De ahí arrancan remates piramidales recubiertos con azulejo del que se fabricaba en 
Sayula. Los cuatro medallones con las armas de la iglesia están flanqueados, en ambas piramidales, por cuatro pináculos. Rematan las torres dos grandes cruces griegas, labradas en hierro. Como antes las antiguas torres, tuvieron por remate las imágenes de san Miguel y Santiago apóstol, patronos de la ciudad y del reino, respectivamente. Miden, según la triangulación del ingeniero Jose R. Benitez, 65.91 metros la que se halla orientada al norte y 65.55 metros la que da viento sur.
La catedral de Guadalajara cuenta con 20 campanas en total, 10 en la torre sur y 9 en la torre norte, además de una más pequeña ubicada al fondo de la nave central, a un costado de la cúpula; así como con 6 esquilas, las cuales de mayor a menor son: santa María de la Asunción, san Pedro, santa María de la Rosa, la Inmaculada Concepción, san Antonio y Nuestra Señora de los Dolores. La Asunción es el segundo esquilón más grande de América, únicamente después del esquilón de la 
Catedral Basílica de León.
 

 

 



 
"HOSPICIO CABAÑAS"














 
El Hospicio Cabañas es un edificio de estilo neoclásico, emblemático de la ciudad mexicana de Guadalajara. Sirvió como hogar de huérfanos de 1810 a 1980. En su interior se conservan algunos de los más importantes murales de José Clemente Orozco. Fue declarado en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, a iniciativa del entonces Secretario de Cultura del Gobierno de Jalisco, Guillermo Schmidhuber de la Mora, y con el apoyo del experto en historia de Guadalajara, Carlos Eduardo Gutiérrez Arce. En la actualidad es la sede del Instituto Cultural Cabañas.
Es un monumento característico de La Perla de Occidente junto a 
Catedral de Guadalajara, la Glorieta Minerva, el Teatro Degollado y los Arcos de Guadalajara.
El principal artífice de este hospicio, nombrado en sus inicios «Casa de Caridad y Misericordia», fue el obispo 
navarro Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo, quien llegó de España a la capital de la Nueva Galicia en 1796, con fin de ocupar el lugar dejado por fray Antonio Alcalde tras su fallecimiento. Si bien el proyecto original del obispo fue crear una casa de expósitos, el rey Carlos IV ordenó —a través de la Cédula expedida en San Ildefonso el 5 de septiembre de 1803— la ampliación de la finalidad del organismo y que se admitieran ancianos de ambos sexos, lisiados, enfermos habituales, huérfanos y caminantes pobres, así como que diera educación y corrección a menores. El diseño del edificio se debió a uno de los mejores arquitectos de la época, el valenciano Manuel Tolsá. La construcción se inició en 1805 y participaron José Gutiérrez, académico de mérito de la Academia de San Carlos, con la dirección material, y el alarife José Ciprés. El inmueble se levantó en un terreno elevado y alejado de la ciudad, cuyo núcleo fue lo que se conocía como «Solar, casa y huerta de ‘El Sabino’», perteneciente al convento de San Juan de Dios, así como sobre los terrenos aledaños que adquirió Cabañas a Miguel Navarro y un pequeño lote que cedió el ayuntamiento de forma gratuita y a perpetuidad. «El perímetro del terreno formaba un cuadrilátero irregular, que medía: 465 1/3 varas en el Norte; 493 2/3 por el Sur; 159 varas por el Este, y 126 varas por el Oeste».1
En la actualidad ocupa un área de 23 447 m².
La obra fue financiada tanto por donaciones particulares como por la aportación indígena del agua que producía el Ojo de Agua de San Román, de San José de Analco, por las rentas episcopales y el valor de las haciendas Zapotlanejo, El Salitre, Santa Rosa y Rancho de Juanacastro, propiedad del obispado.
La institución inició labores, aún sin estar concluida su edificación, el 1 de febrero de 1810 y operó con normalidad hasta agosto pues no escapó al torbellino de la guerra de 
Independencia, ya que durante la contienda, el brigadier peninsular José de la Cruz instaló allí la Ciudadela de Guadalajara, con sus correspondientes soldados y animales de carga. En 1828, el clero recuperó el edificio e inició los trabajos para su restauración y reconstrucción, los cuales estuvieron bajo la responsabilidad de Martín Ciprés, hijo del citado alarife. Un año más tarde se abren sus puertas exclusivamente como hospicio; sin embargo, durante los acontecimientos originados por la conocida como «traición de Antonio López de Santa Anna», las tropas de nuevo se apropian del inmueble, aunque solo por una corta temporada.
En 1836 el recién nombrado obispo 
Diego de Aranda y Carpinteiro se fijó la meta de concluir la construcción del inmueble y fue el tapatío Manuel Gómez de Ibarra, discípulo de José Gutiérrez, quien se encargó de las obras de edificación. La capilla fue lo último que se levantó y el proyecto de construcción original se concluyó por fin en 1845. La administración del hospicio pasó a manos de las Hermanas de la Caridad en 1850; la santanderina Ignacia Osés fue la primera directora de esa orden. Una vez más el lugar fue tomado como cuartel, en esta ocasión en 1852 por un brote de santanismo liderado por Blancarte.
Las 
Leyes de Reforma y la consiguiente Nacionalización de los bienes eclesiásticos en 1859, afectaron la planta del hospicio. Perdió la huerta, ubicada en el frente oeste del edificio, cuya superficie de cuatro manzanas se fraccionó en cuarenta lotes que se cedieron a particulares por periodos muy largos o indefinidos. También se le recortaron los lados norte y sur, que se prolongaban hasta el río de San Juan de Dios. En una parte de ellos se construyó la «Plaza de Toros del Progreso».
Según el informe redactado en 1865 por 
Dionisio Rodríguez y J. Ramón Fernández Somellera para informar al Consejo Superior de Beneficencia del hospicio, éste estaba organizado en siete departamentos y con la siguiente población: Hombres adultos pobres, 16; Mujeres adultas pobres, 48; Niños pobres, 137; Niñas pobres,182; Casa cuna, 31 entre niños y niñas; de Domicilio o Visita Domiciliaria —aquellos enfermos imposibilitados o pobres que no podían moverse de su casa— 110; Departamento de Colegio de Pensionistas y Asiladas —alumnado que tomaba clases de lectura, escritura y aritmética, entre otras materias—, 52. Asimismo, se indicó que trabajaban ahí dieciséis hermanas de la Caridad y la administración estaba a cargo del arzobispado. La gestión de las monjas terminó en 1874, en el momento de la expulsión de las órdenes religiosas del país, al mismo tiempo que el clero retiró la donación que anualmente hacía para el sostenimiento del lugar. Fue entonces cuando autoridades civiles tomaron el mando. Rafaela Ruiz fue nombrada rectora del establecimiento y los medios para el sustento del hospicio corrieron a cargo de la Beneficencia Pública de Jalisco con desigual suerte; a la par, se toleró la permanencia de la enseñanza religiosa y de las prácticas de culto. El lugar de la rectoría sería ocupado por Luisa del Castillo y Pacheco, en 1878, tras la renuncia de Ruiz. Y, posteriormente, por Adelaida del Castillo y Pacheco, por Jesusa Ruiz y por Luz Herrera. A esta última le tocó la aplicación de las Bases Reglamentarias del Hospicio en Guadalajara, expedidas en 1883, según las cuales el Hospicio se integraría en una Casa de expósitos, un Asilo de huérfanos, una Escuela de artes para mujeres y un Asilo de mendigos. A su vez, la directora debía informar al administrador si observaba disposiciones generales para las carreras literarias entre sus asilados. Los niños serían remitidos al Liceo de Varones y las niñas que deseasen obtener el título de Preceptoras, al Liceo de Niñas. Herrera dejó el cargo en 1892 y fue sustituida por la profesora Juana Urzúa, quien debió enfrentar los cambios educativos ordenados por el gobernador Luis C. Curiel, referentes a desplazar el énfasis puesto en ofrecer a los asilados enseñanza superior y centrarse solo en la enseñanza de oficios. Urzúa fue reemplazada dos años más tarde por María Palacios viuda de Novoa y en 1898 ocupa el puesto Margarita Romo viuda de Padilla y tras ella, Adriana Flores viuda de Benítez. En l900 ocupa la dirección María de Jesús RuizJosé López-Portillo y Weber considera que el los gobernadores jaliscienses del porfiriato Francisco TolentinoLuis C. Curiel y Miguel Ahumada, fueron los que hicieron que se perdiera la herencia dejada por los grandes benefactores del Estado para socorrer y aliviar a huérfanos y pobres, pues no solo se permite el saqueo y el hurto de los fondos destinados al hospicio sino que el propio inmueble se vio afectado por los cambios políticos de la nación pues en 1910, durante la Revolución mexicana, debió servir de nuevo como sitio militar. López-Portillo y Weber dejó registrado que sus directoras durante el siglo XX fueron: María Castelvide SimoniMercedes Díaz de León viuda de OrozcoAurora CastilloEsther de LavatMaría Concepción de la TorreCarolina SeguraMaría de la Piedad HernándezEsther Mayagoitia viuda de GuzmánMaría Luisa RodríguezJosefina Ortiz MariotteEmilia Durán de Figueroa y Asunción García Sancho.
El Hospicio siguió su misión hasta 1980 cuando cerró sus puertas y los niños asilados fueron trasladados a nuevas instalaciones.
Este inmueble es un ejemplo de la arquitectura neoclásica en México. Guarda grandes semejanzas con el Palacio de Minería de la ciudad de México, también proyectado por Tolsá, en especial en el pórtico vestibular remetido, el patio de acceso, las puertas laterales centradas con los paños laterales de la fachada y el remate del patio de acceso con el elemento principal de la composición: la capilla, en el caso del Hospicio, según estudio de Víctor Jiménez.
2
Asimismo, Jiménez informa que «los dos ejes principales —longitudinal y transversal— se cruzan en el centro de la cúpula, que define un tercer eje vertical que es el de mayor importancia en altura».
La capilla, por su parte, tiene una «extraña planta con doble eje de simetría» que no se corresponde con los esquemas habituales de los templos cristianos, a saber, de cruz griega o latina. Su largo máximo, a su vez, ocupa una tercera parte del ancho de todo el Hospicio. 
Ignacio Díaz Morales resalta la solución de la cúpula como algo nunca visto hasta ese instante en Guadalajara, consistente en «la transición mediante una sección esférica entre el círculo de las pechinas, y otro de menor diámetro, en armónica proporción con el edificio, que es el desplante de la columnata de la cúpula».3​ Ésta se desplanta sobre dos series de dieciséis columnas, jónicas las interiores y dóricas las exteriores, ambas de trazado en estilo romano. El remate es una semiesfera casi perfecta que termina en una pseudo-linternilla que tenía originalmente una escultura de la Caridad. Las bóvedas se levantan sobre arcos torales y lunetos de medio punto, peraltados. El edificio cuenta con abundantes corredores con arquerías y crujías, diez patios por cada tercio lateral dispuestos de forma simétrica, tres patios más grandes y pilares cuadrados. Jiménez resalta que la planta de este inmueble constituye una muestra de la arquitectura plenamente moderna, en clara relación con lo que se hacía en la ciudad de México en esa época. Esto se traduce en el abandono de todo tipo de ornamento, la preferencia por la austeridad y la aplicación absoluta del lenguaje clásico.

José Clemente Orozco en el Cabañas[editar]

En el marco de la entrada a la Capilla Clementina (En honor a José Clemente Orozco) está situado un pequeño mural que explica «La pintura monumental en el estado de Jalisco es patrocinada por el Gobernador Everardo Topete durante sus años de administración 1935-1939 la primera obra pictórica fue la decoración del paraninfo de universidad de Guadalajara, la segunda la de la escalera principal del Palacio de gobierno y la tercera de este edificio» aunque todo comienza a finales de 1937, bajo la invitación del gobierno del estado de Jalisco, el muralista José Clemente Orozco llegó al Hospicio Cabañas para pintar su capilla, ahora desacralizada. Dicho trabajo fue terminado en marzo de 1939. Orozco fue consciente de la valía de su trabajo pues en una carta dirigida al gobernador Silvano Barba González le dice que su obra muralística realizada en ese recinto era «la mayor de todas las ejecutadas durante la época de la pintura mural mexicana, iniciada en 1923».4
El pintor zapotlense pertenecía al grupo de artistas posrevolucionarios que pensaban que el arte gráfico debería ser para todos, razón por la cual sus obras eran hechas en lugares públicos, pero en el caso del Hospicio, más que para convertirlo en «público», era para volverlo «cultura». A lo largo de dos años, Orozco pintó 57 murales en paredes, bóvedas, lunetos, pechinas y cúpula de la capilla. Con estos frescos buscó modificar la experiencia corporal del espectador y reforzar la impresión de que la capilla no existía sino como una estructura transparente a decir del especialista 
Renato González Mello. Este también afirma que Orozco usó «la diferencia entre la escala del blanco y negro y la del color [...] para subrayar los elementos estructurales de la construcción: son 'grises' dos de los muros laterales, y el resto de los tableros sobre los muros se caracteriza por su sobriedad. También tienen esa parquedad cromática todos los tableros sobre las pechinas y el tambor de la cúpula. Por el contrario, en las bóvedas y en la cúpula misma abundan los verdes, los amarillos, los azules y los rojos. Estos se organizan de acuerdo con la lógica exigida por cada composición, pero no hay un acorde cromático que unifique los tableros. En los tableros de las paredes hay paisajes, se hace artificio de la mayor solidez, verticalidad y hasta peso. Por el contrario, en las bóvedas saltan pedazos multicolores, las figuras se confunden y se trenzan, se pierde cualquier noción de dirección».5
Una innovación de Orozco en estos frescos fue la representación de la ciudad como eje del discurso, a fin de apreciar la irrupción de lo nuevo, a decir de González Mello, pues el muralista veía con poco agrado los cambios que se iban dando en la traza urbana tapatía y que evidenció en los tableros. A su vez, las bóvedas representarían la mitología de la historia, y en todo el conjunto es posible apreciar múltiples alegorías sobre el progreso, el poder, la violencia o la tecnología, así como metáforas geométricas.
En estos murales expresa varios momentos de la historia de México abordando la 
Conquista, la la época virreinal y los tiempos modernos. En los frescos, Orozco hizo referencia a la vida prehispánica, al choque cultural durante la Conquista, a la fundación de Guadalajara y tocó escenas de la trágica realidad contemporánea. El mural Hombre en Llamas, en el cual se aprecia una figura humana que «escapa por una bóveda o cúpula ‘abierta en gloria’, como en la pintura barroca», es la pieza clave del conjunto muralístico pues borra cualquier cualidad meramente decorativa y le otorga una nueva dimensión al espacio al convertirlo en uno dedicado a una nueva devoción, la de la cultura. Para Justino Fernández, este mural es «la concepción cumbre y más original del artista» y representa al ser humano «superior [que] ve, discierne y ordena»; en suma, una alegoría de la existencia humana, que «todo existir en conciencia es ardorosa consunción».6
La crítica popular afirma que las cuatro caras que lo rodean equivalen a los cuatro elementos de la naturaleza; para otros podría representar la metáfora mitológica del 
Ave Fénix. La obra del gran muralista, sin embargo, no se reduce a los murales, sino que en el Hospicio se preservan 340 piezas entre pintura, dibujo y gráfica, entre las cuales se encuentran diez piroxilinas, más de cien dibujos para exposición, grabados, dibujos y bocetos, realizados en lápiz, tinta, gouche y temple.
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/0/04/Orozco_hombre_de_fuego_GDL.JPG/250px-Orozco_hombre_de_fuego_GDL.JPG
Mural de José Clemente OrozcoHombre en llamas.
El Hombre de Fuego, además de representar a los cuatro elementos naturales, se le ve en sí a los cuatro muralistas más famosos de Jalisco, los cuales son los siguientes:
  • El hombre con la cara azul (símbolo del agua): el doctor tapatío Gerardo Murillo, más conocido como el Dr. Atl.
  • El hombre con el cabello en viento y color amarillo (símbolo del viento): el muralista David Alfaro Siqueiros.
  • El hombre debajo del Dr. de Guadalajara (símbolo de la tierra): Diego Rivera.
  • El Hombre en llamas de en medio (símbolo del fuego): José Clemente Orozco.
  • En 1980 se decide el cambio de vocación del edificio, en ese momento insuficiente para las necesidades de las niñas y niños que acogía, a quienes se traslada a un inmueble debidamente acondicionado. El organismo que se encarga de su tutelaje cambia de razón social por el de Hogar Cabañas.
  • Durante un periodo de dos años el hospicio es objeto de trabajos de restauración y acondicionamiento para servir como centro cultural y museo. En el centenario del nacimiento de José Clemente Orozco en 1983 reabre sus puertas como sede del Instituto Cultural Cabañas, organismo público descentralizado del gobierno de Jalisco y dedicado a la promoción y difusión cultural. Actualmente el edificio cuenta con 23 patios, 106 habitaciones, 72 pasillos y dos capillas, en una superficie total de 23 447.90 . Se le ha dividido en salas museográficas para exposiciones temporales y permanentes, cuenta con una sala de cine y una escuela de artes, Su actual directora es Olga Ramírez Campuzano.





ARCOS DE GUADALAJARA


















 Los Arcos de Guadalajara son un monumento representativo de la Ciudad de Guadalajara, en el estado de JaliscoMéxico. Dicho monumento fue erigido como entrada de la ciudad a raíz de la inauguración de la carretera México-Morelia-Guadalajara, en el año de 1938. La obra se realizó durante el periodo del gobernador Silvano Barba González, quien encargo el proyecto al arquitecto Aurelio Aceves.
Es uno de los monumentos más distintivos del recientemente llamado Silicon Valley Mexicano junto a la 
Catedral de Guadalajara, el Hospicio Cabañas, el Teatro Degollado y la Glorieta Minerva.
 
El monumento consistente en dos 
arcos de estilo neoclásico, semejantes a los arcos de triunfo en Europa. Los Arcos, como comúnmente se los conoce, tienen ocho metros de ancho por catorce metros de altura, y a cada lado de ellos se observan nichos con fuentes monumentales. En medio del arco se lee Guadalajara capital del Reino de Nueva Galicia fundada en este lugar el 14 de febrero de 1542. El monumento está coronado por una segunda estructura que cuenta con una serie de ventanas de arco de medio punto, conocida como Sala de Banderas, y que servía como mirador.
Los Arcos fueron construidos por el arquitecto 
Aurelio Aceves en 1942 a solicitud expresa del gobierno encabezado por Silvano Barba González para celebrar los 400 años de la fundación de la ciudad. Por aquellos días el lugar en donde se ubica el monumento era llano y se consideraba que iba a ser la entrada a la ciudad. Por tal motivo, en el lado oriente del monumento se lee la frase: «Una estancia agradable es garantía de regreso» y en el poniente, «Guadalajara, ciudad hospitalaria». El arquitecto Aceves realizó el diseño basándose en los típicos arcos europeos; sin embargo añadió en la decoración final azulejos artesanales representativos de Tlaquepaque. Además, en medio de cada arco se grabó el escudo de armas de la ciudad.
En 
1959 se instaló en la parte superior la Sala de Banderas, donde se rendía los respetos a los lábaros patrios de los distintos países del continente americano. Además, se usaba como mirador, ya que proporcionaba una excelente vista de la ciudad. En 1981, dada su importancia, se cerró la Sala de Banderas y se instaló en el lugar la Secretaría de Turismo del Estado de Jalisco y se mantiene ahí hasta el día de hoy.

 
 
 




                                                                     

 


 
 
 

TEATRO DEGOLLADO
















 
 El Teatro Santos Degollado es un edificio de mediados del siglo XIX, ubicado en la ciudad mexicana de Guadalajara. El inmueble es escenario habitual de recitales, conciertos, espectáculos de danza clásica y contemporánea. Asimismo es la sede de la Orquesta Filarmónica de Jalisco.123
Junto a la 
Catedral de Guadalajara, el Hospicio Cabañas, la Glorieta Minerva y los Arcos de Guadalajara es uno de los monumentos más representativos de esta ciudad situada en el estado de Jalisco.
A mediados del siglo XIX se comenzó a gestar la idea de edificar un teatro digno para los habitantes de la ciudad. El 
5 de marzo de 1855, bajo el gobierno de José Santos Degollado, se colocó la primera piedra de lo que sería el teatro más tradicional de la ciudad de Guadalajara. La construcción y el diseño del inmueble fue encomendado al arquitecto tapatío Jacobo Gálvez,4​ y tras once años de obras el edificio abrió sus puertas con el nombre de Teatro Alarcón, en honor al dramaturgo mexicano Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza. El 13 de septiembre de 1866 se presentó la obra de Gaetano Donizetti Lucía de Lammermoor como acto inaugural, protagonizada por Ángela Peralta.5
El nombre que en principio se le asignó era en homenaje al dramaturgo 
Juan Ruiz de Alarcón y originalmente se le conocía como Teatro Alarcón. Posteriormente, se determinó cambiarlo en honor a su principal promotor, el político y militar Santos Degollado, motivo por el cual se conoce dentro y fuera de México a este magnífico monumento como teatro Degollado4
Actualmente, es sede de la 
Orquesta Filarmónica de Jalisco, de las Galas del Encuentro Internacional del Mariachi y la Charrería, del Ballet Folclórico de la Universidad de Guadalajara, el Ballet del Ayuntamiento de Guadalajara y escenario de conciertos, Óperaballet clásicorecitalesobras teatrales y presentaciones de destacados artistas nacionales e internacionales.
Por este teatro han desfilado personalidades como 
Juan GabrielRocío DúrcalÁngela PeraltaVirginia FábregasAnna PávlovaAram JachaturiánAndrés SegoviaPablo CasalsPlácido DomingoRavi ShankarJorge Federico OsorioHenryk SzeryngFrancisco AraizaRamón VargasAlfred BrendelRudolf NuréyevMarcel Marceau, entre otros
La construcción es de un estilo neoclásico recargado, siguiendo la influencia del teatro italiano. Su bóveda tiene frescos de 
Gerardo Suárez y Jacobo Gálvez que aluden al canto cuarto de la Divina Comedia El vestíbulo oval mide 10 × 6,5 m de ancho. Este edificio tiene 97 m de largo, 36,4 m de ancho y una altura máxima de 22,5 m.
Su pórtico lo conforman 16 columnas arquitrabadas de orden corintio. Su fachada se reviste de cantera y se montó un relieve en mármol, con la imagen de 
Apolo y las nueve Musas, obra del artista nacido en Pueblo Nuevo, Guanajuato y tapatío por adopción, Benito Castañeda Arredondo; abajo de este pórtico en mármol travertino se lee la frase "Que nunca llegue el rumor de la discordia".

 
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